jueves, 16 de septiembre de 2010

Los piratas

Esto no una historia sobre piratas valientes que abordan barcos mercantes, ni de piratas tuertos con parches, patas de palo o con esmeraldinos loros… no es una historia de piratas perseguidos por enemigos mágicos de las profundidades del océano… no, es una historia de piratas como cualquiera de nosotros.

Era una zona del Caribe, una zona de mar cristalino y bello… playas de fina arena, cielos despejados… una amplia extensión de mar donde solo había piratas, piratas malhumorados todos ellos; pero donde uno destacaba sobre el resto… El Capitán Malhumor.
Dicen que medía tres metros, que su barba negra le llegaba al suelo… una maraña de pelo que si la mirabas fijamente era como observar la negra boca de un lobo gigantesco… dicen que su voz era como el rugido de mil cañones al disparar… dicen y dicen y vuelven a decir; pero en realidad era un tipo bajito, con poca barba y canosa, su voz era de pito, pero lo que si era cierto era su mal humor, lo que le hacía famoso y temido, siempre gruñendo, siempre maldiciendo…

El Capitán llevaba meses que se estaba volviendo más mal humorado, se levantaba gritando y se acostaba gruñendo. Su tripulación ya no lo soportaba demasiado y lo fueron abandonando uno a uno, hasta que un día el barco estaba vacío por completo, vacio salvo por el capitán, claro.
Cuando este lo vio y se dio cuenta de que solo tenía su barco se le voló el sombrero mientras empezaba a gritar por todos lados y a lanzar maldiciones a la vez que recorría el barco de arriba abajo… sin tripulación y sin sombrero no parecía un capitán, solo un pobre loco.

Cuando paso una semana, una semana que se paso bebiendo únicamente ron, mas cosas empezaron a pasarle. Volviendo con paso torpe y zigzagueante, tropezándose con todo y todos llegó hasta donde tenía su barco atracado. La botella se le cayó al suelo haciéndose añicos en el acto… se levanto el parche que llevaba en su ojo izquierdo mostrando que en realidad no estaba tuerto… la boca se abrió de par en par y gritó más mal humorado que nunca…
…su barco ya no estaba.

Ahora sin gorro, sin botella, ni parche y sin barco, el capitán deambulo por la isla perdido gritando a los árboles, a los monos que lo miraban… tortugas, plantas… ¡Hasta bichitos! Gritaba a todos por su mal humor que iba creciendo a cada paso que daba, y entonces se acordó.

Tardó varios días en recorrer la isla entera y llegar hasta donde estaba el tesoro enterrado. Había estado corriendo todos los días que tardó, su mal humor era tal que no le hacía falta parar para comer o beber… solamente quería llegar hasta donde estaba lo que era suyo tenía miedo de perder.
Cuando llegó a la playa, a lo lejos vio un grupo de piratas sacando su cofre… el cofre de sus tesoros, coronas, doblones de oro, plata, perlas… todo lo brillante y valioso que tenía estaba ahí enterrado.

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGHHHHHHHHHHHHHH!

Ese fue el grito que dio, un grito que se oyó por toda la isla… un grito que le salió del fondo de su corazón parado al estar tan lleno de mal humor. Se quitó la chaqueta roja de capitán, la chaqueta con bordados dorados y la tiró a la arena… ahora no parecía un capitán, solo un hombre pequeño, sucio, de barba blanca y muy enfadado.

Volvió a correr, veloz como un rayo y furioso como nunca… apartó a empujones a todos los piratas que estaban allí se abrazó a su cofre como si fuera lo último que le quedara en esta vida. Los otros piratas le gruñeron y le gritaron, pero no fue nada en comparación al colérico grito que soltó el capitán sin barco.
Todos se callaron en el acto y lo miraron atónito; entonces, como si se rompieran mis cristales, los piratas que formaban un corrillo se acercaron al capitán con sonrisas curiosas asomando en sus agrietados y sucios labios para rodearlo por completo…

El Capitán abrió los ojos de par en par y su boca se quedó formando una pequeña “o”… y… empezó… a… reírse… Al principio era pequeña, apenas audible, una risa escondida entre miles de toneladas de mal humor, pero conforme iba saliendo aquella risita, en su interior, el corazón parado empezó a latir con fuerza…

Bump bump!*

Y más se reía, más se carcajeaba… y todos los piratas empezaron a reírse al unisonó, todos los años de mal humor iban saliendo como nubes negras de sus bocas para dejar paso a una carcajada generalizada, una carcajada que hizo a muchos llorar… una carcajada que a la media hora paró para todos ellos cuando toooodo su mal humor desapareció de sus corazones; pero había un pirata entre todos ellos que aún reía y reía… que cada segundo reía más y más fuerte.
El capitán. Sus ojos eran un mar de lágrimas, de lágrimas alegres mientras reía sin parar. Los demás piratas lo miraban sorprendidos pero alegres. Entonces fue cuando aquel pirata mal humorado empezó a flotar mientras se reía… flotaba por la risa, flotaba porque su malhumor era infinito, el mal humor que había acumulado en su interior nunca se acabaría, pero aquella risa inesperada le había hecho hasta flotar.

Y los años pasaron… aquellas tierras, aquella porción de océano, aquella isla pirata… ya no era tan triste ni malhumorada, ahora era un remanso de alegría, de gente que disfrutaba de la vida y reía… pero claro, uno no siempre tiene ganas de reír, a veces te enfadas y gritas, pero aquellos piratas tenían una solución infalible.

¿Queréis saber cual era?

Muy bien, os la diré… solo tenían que subir al punto más alto de la isla, afinar el oído y en cuanto escuchaban esa carcajada ir a buscarla corriendo… El capitán malhumor seguía ahí, flotando como un globo y riendo sin parar; y con tan solo ver aquello, a uno se le hinchaba el pecho de buen humor y te volvías con una sonrisa de oreja a oreja.

Y aquella isla se hizo tan famosa por eso, que vinieron barcos de toooooooodo el mundo para verlo, barcos cargados de gente triste y enfada, pero que cuando lo veían reír volvían a sus galeones con sonrisas agradables y el corazón purificado…
Ya sabes, cuando estéis tristes o enfadados, cuando algo os haga estar mal y no alegre, subid a lo más alto, cerrad los ojos, concentraos… y entonces escuchareis esa risa ininterrumpida, confiad en mi, esa risa está en todas partes, solo nos falta saber escucharla.

2 comentarios:

  1. Por desgracia hay muchisima gente que nunca alcanzará a oírla. Me alegro de no estar entre ellas.

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  2. Me chifla esta historia, que lo sepas xD

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