miércoles, 16 de febrero de 2011

El bulevar de los tristes



El lugar estaba como siempre, como él recordaba en su memoria y eso que no hacía mucho más de un año que no pasaba por allí, pero realmente tenía la sensación de que habían pasado años.

El silencio, cuanto menos era tremebundo, una calle oscura, con las bombillas de las farolas fundidas o titilando a punto de extinguirse. La sensación de que eras observado era innegable, pero qué diablos, estaba lleno de personas que solamente se atrevían a mirar mientras rumiaban sus propios pensamientos.
No tardo mucho en llegar al bar que había en el centro de la calle. Como de costumbre el neón rojo brillando sobre la puerta donde se rezaba el nombre de aquel tugurio… “El bulevar de los tristes”. Casi sonrió al leer el nombre mientras empujaba la puerta de madera; aunque ya no fuera un habitante de aquella calle maldita, era inevitable que le vinieran recuerdos a la cabeza, tanto tiempo allí metido, tantas experiencias, tantas borracheras…

Un suspiro lánguido se le escapó en cuanto paso dentro y la puerta se cerró tras sus pasos, no había cambiado nada… la misma gente, la misma atmosfera opresiva… grupos reunidos aquí y allá, todos en coros cuchicheando, unos llorando, otros lamentándose… una estampa triste y deprimente. Se humedeció los labios mientras paseaba la mirada, mientras mentalmente se repetía a si mismo una y otra vez que hacía allí, porque había decidido volver por una sola noche…

-Tenías amigos aquí, o al menos gente con la que hablabas, se merecen un adiós y se acabó

Y fue terminar esa sencilla línea de pensamiento cuando Phill apareció de la nada y lo cogió de los hombros con una expresión solemne en la cara. – Te invito a un trago – y fueron juntos hasta la esquina favorita de Phill, al final de la barra, donde por costumbre ya estaban preparados los dos vasos de whiskey que aquella pareja siempre pedían.

La conversación no empezó hasta que los vasos estuvieron casi vacios, él, miraba distraído como el hielo se fundía en su vaso ancho mientras Phill no callaba, lamentándose, quejándose, todo el rato sin parar… contando lo mal que le iba, lo patético que era, como se odiaba…

-¿De verdad era yo así? – se preguntó a si mismo sorprendido.

-Déjalo ya Phill, siempre estas igual – se atrevió a decir, como quién descarga su puño contra una cristalera, y esta, por el impacto se hace añicos. El bar se quedó en silencio y él hombre del a boina miraba a su interlocutor directamente a los ojos - ¿Dime? ¿Por qué disfrutas tanto de tu infelicidad? ¿Acaso no te das cuenta del pozo de mierda en el que vives es porque tú mismo lo alimentas con tus lloros? ¿Eh? ¿Dime Phill? – la sorpresa lo embargo por completo y tomo el control de la situación… pero no hubo respuesta alguna, así que se colocó la boina y se dirigió hacia la puerta. Una vez llegó al quicio de la misma se giro sobre los talones y observo que todos lo miraban con fijeza.

-Construid vuestra vida, dejad de lamentaros y vivir en vuestras burbujas oscuras llenas de dolor y autocompasión… eso, no es vivir, eso es suicidarse a cada segundo de existencia… a mi no me días pena alguna – y sin más se fue dejando que la puerta se cerrara. Una vez fuera fue capaz de oír como algunos vasos cobardes se estampaban contra la puerta a la vez que le seguían gritos de “traidor”.
Se rió por lo bajo, lo cómico que le resultaba aquella situación, una panda de cobardes, una panda de autocompasivos que solo buscaban que otros les hicieran ver la pena que daban y lo mal que les iba todo, lo desgraciados que eran… una panda de… ¡BAH! No merece la pena.

Con la espalda recta, las manos en los bolsillos y la cabeza alta, se fue de aquella calle para no volver, al final no hubo ni adiós, ni hasta luego… sencillamente se marchó como hizo en su momento, pero ahora dándose cuenta de una gran realidad…

-¡Que tonto que fui! – exclamó al acceder a una calle bien iluminada donde habían gente paseando con tranquilidad, unos riendo, otros de la mano, otros solos… pero gente con luz en sus miradas. Exclamó y se carcajeó.



Night street by Pineman

2 comentarios:

  1. Me gusta la historia y la moraleja... Deberías escribir relatos caralápiz.

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  2. Me gusta...sobre todo lo que hay entre líneas...
    Estoy de acuerdo con lo que dice Raboseta.

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