martes, 8 de febrero de 2011

Three steps

Al principio, ese gran gato naranja se negó a andar, prefirió quedarse quieto, echado sobre la hierba sin ánimo ni ganas de dar un solo paso. Ni el hambre, ni la sed, ni el peligro; nada lo hacía reaccionar, solo era capaz de quedarse inmóvil, con la mirada perdida en un punto inexistente en esa infinita y densa jungla que era su hogar; bueno, hogar por decir algo, pues se había convertido en un lugar monótono, que le llegaba a asquear recordando hechos que ni quería vislumbrar… pero siempre la asaltaban, “a salto de mata”, de improvisto e hiriéndole con delicadeza.

Cuando ya no era un principio, sino un paso intermedio, el gato naranja se levantó. Tenía el cuerpo entumecido, su color estaba apagado, sus ojos secos y empezó a sentir hambre y sed.
Visitó el lago, suspiro al ver su reflejo; ¿Ese era él? Eso parecía, no quedaba otra, pero sin duda alguna… no se reconocía. Aparto esos pensamientos y bebió… bebió y bebió, parecía que se fuera ahogar y es más, cuando acabó y se sació, se quedó pensativo mirando el agua ya que juraría que el lago tenía antes más cantidad de agua… le hubiera gustado poder encogerse de hombros.
Deambulo por la jungla, como perdido, andando por andar, olisqueando aquí y allá, sin ganas, sin sentido alguno, sencillamente se dejaba llevar. A veces descubría olores nuevos, alguna flor que no había visto antes, pero poca cosa digna de mención dada su situación.

Y llegó el día en el que era más final que intermedio. Había recuperado su color, su fuerza, su intensidad, su belleza; estaba entero, como antes… ¡Hasta las rayas aparecieron otra vez! Se sentía fuerte, lleno de vida… corría de aquí para allá, vigor
oso, feliz… Y todo gracias a la luna.

Una de esas noches, en las que se iba al claro que mas recuerdos dolorosos le tría por lo que paso en el, se acostó sobre aquella gran piedra y se quedó observando a la luna entre largos suspiros… pensativo, se hacía preguntas, que iban volando como el polen en una tarde primaveral, mecidos por el viento, conducidos por él a su caprichoso designio de rumbo para acabar dispersos y perdidos por el infinito… perdidos y olvidados.
Era tal la desazón del tigre, todo el rato lamiéndose las heridas que el mismo se abría, que la luna se harto y le gritó… con dulzura pero con contundencia, cuatro o cinco verdades bien dichas dejaron al tigre con cara de bobo mirándola… tan grande, tan pura, tan blanca… tan brillante y sobre todo, tan sabia.
El tigre aprendió varias lecciones, y por ello se acostó esa noche, comprendiéndolo todo y soñó con tiempos mejores que sabía que vendrán, tiempos mejores en los que él mismo estará preparado para darlo todo con alegría… le hubiera gustado poder sonreír de oreja a oreja.

Es por ello que los animales de la jungla miran al tigre extrañados, pues ha vuelto el de siempre, y ahora están alegres por ello, pero no dejan de temerle pues están dentro de su cadena alimenticia… pero ¿Qué más dará eso? El equilibrio se ha restablecido, todo está en su sitio… y todo gracias a la luna y sus estrellas; la luna le guió con su sabiduría y las estrellas le iluminaron las noches más amargas… y les puso nombres, la luna la llamó Eneri, y a las estrellas Ysed y Lequar… y le hubiera gustado poder decirles “gracias”, pero como no puede sonreír, encoger los hombros ni hablar, el tigre se lo agradeció siendo el mismo, haciéndoles caso y honrando su ayuda con su actitud.

Y es por ello, que el tigre aprendió los tres pasos, principio, intermedio y final… aprendió a sobrevivir en un mundo desconocido para él, y como siempre, lo logró.

Tiger 2 by Art-photo

No hay comentarios:

Publicar un comentario