lunes, 9 de agosto de 2010

Another night

Otra noche más. Una noche fría en mitad de aquel callejón con sus luces amarillentas por esas farolas anónimas pero omnipresentes… Corrió una ligera brisa en esa callejuela vacía mientras el paso firme y rítmico de sus zapatos se entremezclaba con el rubor del viento.
Se detuvo bajó una farola y sacó un cigarrillo que encendió con parsimonia… una calada, dos… tres… tan silenciosa estaba la calle que se escuchaba como el fuego del mechero consumía parte del cigarrillo… como chisporroteaba y caían ligeras partes al rojo perdiéndose al ser mecidas por el viento…

Ahora tocaba que su mente jugara con él… ese era uno de esos momentos en los que los recuerdos afloraban, viejas heridas volvían a dejar que brotara esa sangre coagulada y viscosa… esa sangre más propia de un cadáver al que le quitaron todo y solo le dejaron con un regusto amargo en los labios… rostros, amigos, gente que perdió, gente que se fue… traiciones, peleas… todo aderezado con el sabor metálico de la sangre y salado de las lagrimas, pero sobre todos esos recuerdos destacaba uno, solamente uno… el más privado de todos; al recordar ese último una pequeña sonrisa se perfilo en sus labios, en un segundo había pasado todo por su mente… aquellas sonrisas, aquellos deseos, aquellas escapadas… los días perfectos… las despedidas, los saludos… aquellas cosas que solo eran de ellos dos.
Se permitió mirar al cielo… una noche negra sin estrellas, sin luna… sabía que estaban ahí pero aquellos ojos vidriosos y sin esperanza solo lograban mostrarle aquella negrura… como un abismo… algo inescrutable que estaba lejos de su alcance. Dio una profunda calada y exhalo el humo con lentitud mientras su imaginación jugaba con aquella inconsistencia que acababa de exhalar… como se movía a la luz de la farola, como se dibujaba un rostro familiar y como se perdía en el infinito.

En aquel momento deseó volver a su bar favorito, con su camarero alopecico con ese humor tan acido que le encantaba… como le servía sus whiskeys dobles y secos… en esos pequeños vasos… como los bebía con la mirada perdida mientras Joe limpiaba con su paño gris comentando alguna anécdota curiosa o hablando de asuntos banales.
Recordó aquel día en que estaba al borde del precipicio… ya se había bebido prácticamente una botella de Glenfiddich de quince años. Joe se le había cercado mirándole ceñudo y le soltó aquella frase que siempre recordará – Eres mi mejor cliente, pero ante todo un amigo… déjalo por esta noche, que corra el río… no quiero que te ahogues… me hundirías el negocio – y le sonrió guiñándole un ojo.
En aquel momento no pudo responderle, y desde ese día siempre mascaba aquella respuesta, la respuesta que le hubiera gustado decirle aunque sonara tan melodramática… volvió a mirar al cielo apurando el cigarro… lo tiró al suelo con una mueca de disgusto al habérsele acabado y mientras lo pisaba… - Joe… el río está seco –

Se arrebujo en su abrigo gris de cuello alto… se colocó bien la boina y prosiguió su paseo hacía donde le llevaran sus pies mientras aquellas curvas… aquella piel suave… aquellos olores volvían a su mente y sonreía...

…Siempre la querría.

Whiskey lullaby by nameless-face

2 comentarios:

  1. Me encanta como escribes, David.

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  2. Y Joe contestó: "el río se puede volver a llenar...."
    (creo que esta es una de las mejores metáforas que te he leido)

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