viernes, 4 de noviembre de 2011

Hoy me siento lobo

Dormido sobre el teclado, con un ojo abierto y otro cerrado
Un circo por el cuarto, todos enmascarados, todos danzando
Sueños volando, como aviones planeando cayendo al olvido

Más, ¿Qué importa? Encontrado he la sombra de la luna

La escalera la dibujo con mi sueño, y trepo hacia tu plata
Un cuervo digno de Poe observa la escena
Mirada aviesa, escalera tiesa y escalera rota

Más ¿Qué importa? Rota o tiesa, a la luna subiré

No… no me gusta.

El papel fue estrujado, arrugado y lanzado por la ventana… roto. Un intento de poema, con la frustración plasmada en el. Observó curioso el vuelo de la pelota de papel, como trazaba aquella perfecta parábola para caer sobre el frio asfalto de la calle… botó un par de veces y ahí terminó su corto vuelo, un vuelo corto pero intenso; sonrió, estúpidamente, al recordar algo… la perfección.

Desde que la luna le tocó, le acarició y le miró, todo cuanto le rodeaba lo veía perfecto… un perro feo, una silla rota, un papel tirado… la luna le marcó por completo, su belleza, su perfección, todo lo que la simboliza le había imbuido ese sentimiento en su manera de ver la cotidianidad del día a día…

Curioso, ¿No? A veces la vida regala momentos como este, sensaciones, sentimientos que afloran sin ningún sentido, pero que ahí están, que a pesar del dolor que puedas sentir en tu interior o alrededor, a veces, algo te arroja un poco de luz, y por un instante te sientes como en el escenario de un teatro a oscuras en el que únicamente hay un foco y te ilumina a ti, y todo se hace bello, precioso, maravilloso… perfecto…

Pero como el dolor de cabeza, todo es puntual, pasajero, dura unas horas, días o semanas… son como hadas diminutas que vuelan alrededor tuyo, con sus risas infantiles y sonrisas inocentes. Al menos, atrapa un hada, es un consejo… métela en una botella pequeña de cristal y vierte en ella tu ilusión, así, cuando estés roto, coges el frasco y sientes su calidez… y así, todo, por un instante, será perfecto.

Y aunque duela conocer a la luna, siempre estará en el firmamento, y como el lobo que la aúlla y la admira, algunos haremos lo mismo, cerraremos los ojos, alzaremos el rostro hacía ella y sentiremos esa calidez… esa nívea luz… esa perfección… y si eso es así, aúlla, aúlla como si no hubiera mañana… aúlla lleno de felicidad al recordar… pero no llores, sonríe.