sábado, 15 de octubre de 2011

La ciudad

Hubo un tiempo en el que existió una pequeña aldea en unas tierras lejanas. Al principio eran cuatro casuchas, sin mucho más… pero como todo en esta vida, creció.

Cuatro casas pasaron a ser seis, luego construyeron un almacén y una granja, una plaza, una bonita fuente… jardines, parques. Sus habitantes estaban realmente contentos con lo que tenían, un lugar bonito y apacible ¿Quién necesita más?

Todos tenían esperanzas, la aldea estaba viva, llena de fuerza y con el espíritu fuerte. No había delincuencia, todos se querían como hermanos y todo prosperaba, todo avanzaba… todos sonrientes.

Un día hubo un incendio, se perdieron algunas vidas, pero todo siguió adelante, se adoptaron medidas para evitar futuros fuegos; y satisfechos vivieron, aunque inevitablemente tenían ese recuerdo.

Una semana hubo una plaga de insectos que acabaron con las cosechas, se avecinaba una época de hambre, pero todos, con sus esperanzas en pie; que no intactas, vivieron con algunas sonrisas…

Un mes, la aldea fue atacada por extraños seres… muchos murieron, muchas casas se perdieron, pero los supervivientes, ahí siguieron… ya no sonreían tanto, sobre todo los que perdieron a alguien importante, pero deseaban seguir viviendo. Por ello, la ciudad que siguió creciendo pese a las inclemencias, construyó una empalizada que bordeaba toda la ciudad.

Un año, un enemigo con más fuerza derribo la endeble empalizada, saqueó, mató, mutiló, violó y quemó… la brillante ciudad ajardinada ya no era ni la sombra de lo que fue… pero todos sabemos cómo es el humano, superviviente por naturaleza. La ciudad se fortifico, la gente se recuperó, y ahora un muro de piedra lo cubría todo, un muró tan alto que en la ciudad amanecía tarde y anochecía pronto… ya no había sonrisas.

Un lustro después, otro enemigo con todavía más fuerza y astucia asaltó… catapultas partieron la piedra de la muralla, andanadas de flechas sorteaban el alto muro… y más gente murió, mas gente pereció, mas casas ardieron… Pero unos pocos sobrevivieron, edificaron un muro tan alto que ya el Sol solo entraba cuando estaba en su cenit. Lo que antaño fue una ciudad verde y llena de luz, ahora era oscura, fría y triste… su alma se moría lentamente, y ya ni los enemigos quisieron asaltarla puesto que estalló una guerra civil dentro de aquellos muros gargantuescos de hielo y ya no quedó alma con vida…

Una ciudad muerta quedó allí, derruida, plagada de huesos… en los días calurosos el hielo se derrite, y los muros parecen llorar; algunos dicen que el alma de la ciudad solo se despierta cada verano para llorar al recordar lo que fue… y lo que es…