miércoles, 5 de enero de 2011

El ladron robado

La única ciudad que quedaba en pie, el único lugar donde se podía vivir en esa atmósfera opresiva y oscura; todo se había vuelto una pesadilla en la que los pocos que quedaban vivían como autómatas, una vida austera, sin alegría ni luz; una vida de bichos, una vida limitada, única y exclusivamente a la supervivencia.
Todos eran ladrones y victimas, incluso asesinos; pero lo que más había eran ladrones, hurtando lo que podían para sobrevivir, nunca por la opulencia… solamente para subsistir.
Las calles eran un reguero de podredumbre, de ratas, de suciedad… todo un cúmulo de mierda, a falta de una palabra mejor.

Pocos quedaban con algo de ilusión o ganas de vivir ¿Pocos? Bueno, más bien dos, dos personas… dos personas sin género pero con sonrisa en su cara y brillo en sus ojos.
Fue cuestión de tiempo que se vieran, fue algo orquestado, algo que programado y como tal, sucedió… Se vieron, se tentaron, cada uno dio vueltas alrededor del otro sin creerse lo que estaba sucediendo; en aquella ciudad podrida desde sus cimientos ¿Cómo esperar algo así?

Pues sucedió. Pero como he dicho, todos eran ladrones y victimas, y esta vez, uno fue el ladrón y el otro el robado.
Uno de ellos era un maestro en su arte, robaba vidas ¿Cómo? Ni yo mismo lo sé, solo conozco que poseía esa habilidad y que por eso llevaba viviendo siglos. Siempre actuaba igual, engatusaba, regalaba, se hacía de querer… y todo con una delicadeza que jamás de los jamases te podrías dar cuenta aunque te lo estuvieran chillando al oído. Es por ello que esta persona era alegre, por que viviría por siempre a costa de otros, y como de todos es sabido, egoísta la esencia del ser humano, no le importaba ya que viviría sin preocuparse.

El otro, algo distinto, era alguien curioso. Se autodenominaba como un salvador, un paladín de la esperanza… ¿Y como lo hacía? Robando la vida de los demás con su pequeño puñal plateado, un arma sencilla pero efectiva… y no necesitaba más. Se decía, que cumplía ese cometido por que los pobladores de la última ciudad eran almas errantes que no encontraban su camino al edén, y él, en su bondad se sacrificaba a sí mismo para darles el billete de ida, mientras él, con cada vida que arrebataba se condenaba a una vida eterna en aquel lugar.

Pero estos curiosos personajes se encontraron, se amaron, se desearon… Uno estuvo a punto de renunciar a todo por el otro, pero ese otro no parecía dispuesto a hacer lo mismo.

Pasaron varios años, y el ladrón de la pareja ya había llegado al fin de su trabajo. El asesino, en cambio, cada vez mataba menos, toda su idiosincrasia perdía el fuste que el mismo le había dado… y en esos momentos de duda era cuando su alma languidecía hasta que veía al ladrón, entonces sonreía y las preocupaciones volaban como pequeños cuervos espantados por una luz blanca e intensa.

Y la fecha limite llegó… el fin de todo acababa de llegar como las manecillas del reloj llegando a las doce de la noche… el cenit de algo se convirtió en su fin…
Fue la noche que más se amaron, la noche que más pasión hubo, la noche que mas entregados estaban el uno con el otro… uno por qué sabía lo que pasaría minutos después, y otro por qué presentía un final, aunque no era capaz de ver qué sería.

Cerraron los ojos para dormir, uno si, el otro no. Esperó pacientemente a su primer ronquido y se colocó a horcajadas sobre el uno… Acarició su rostro sintiendo algo de lastima por lo que sentía, pero lo aparto como siempre hizo; realmente nunca había sentido nada por nadie, y creyó que esta vez sería como las otras.
Obró su magia… los sueños, esperanzas, ilusiones, metas, recuerdos, vivencias… todo lo que conformaba el alma de uno fue succionado por los labios del otro… fue algo rápido e indoloro; toda una vida absorbida en un suspiro sin más ceremonia, sin más espectáculo que el robo mismo…

Amaneció… el otro observo como el uno abrió los ojos. Nada. No había nada en ellos, no había brillo… no le reconoció. Se levantó cansadamente de la cama y se fue hacia la puerta con garbo insustancial, un garbo exento de vida y fuerza… abrió la puerta moviendo los brazos como si un titiritero lo controlara y se marchó dejando su valiosa daga debajo de la almohada.
Entonces, contra todo pronóstico, el otro se quedo mudo… ojiplatico… su mano derecha tapaba su boca abierta mientras unas lagrimas resbalaban por su mejilla. No había pasado ni un segundo y ya era consciente de su error… la única alma con vida la acababa de asesinar sin piedad alguna, la única alma afín que había en toda esa podrida ciudad… ya no habría nada mas… solo infinita soledad, infinita angustia…

Se levanto veloz de la cama y dio la vuelta a la cama con furia, tiro la cómoda, rompió el espejo, destrozo la puerta… gritaba colérico, fuera de sí…
¿Qué había hecho? Era esa la preguntaba que resonaba en su mente con un eco lleno de arrepentimiento… no había vuelta atrás…

Apoyó su espalda contra una de las paredes y la dejó resbalar por la misma hasta sentarse en el suelo en un llanto silencioso… solo un mar de lagrimas cayendo por sus mejillas…
Recorrió la habitación con la mirada y vio el brillo de aquel puñal que ya no pertenecía a nadie ya que el cuerpo que abandono la estancia ya no era uno, solamente era otro humano descarriado. Cogió el arma de filo después de haberse arrastrado a gatas hasta el cogiendo por el camino el trozo de espejo más grande que pudo… se sentó nuevamente y miró su reflejo…
Fue moviendo la afilada punta por su cara, pómulos, frente, nariz… y poco a poco su expresión de tristeza se volvió a transformar en ira pura y dura…

Corto y corto, volvió a cortar, sajo su propia cara, una y mil veces… todo con el grito furioso de…

¡¿Qué he hecho?!

Sajo y sangro, todo caía sobre su regazo sin vida… no había dolor, esta vez no le dolía nada… y ya que sabía que nunca podría morir prefirió crearse una condena personal… una sentencia dictada por la locura… por su error…

Se envolvió en vendas, antes blancas pero ahora sanguinolentas. Un alma rota deambulando por calles desiertas de una ciudad pútrida.


Y otra vez ese macabro lector, que sonriendo con algo de maldad - ¿Os ha gustado niños?

Schizoid by Lyzius